Texas, una economía con rostro humano

Es frecuente escuchar la afirmación que califica como próspera y rica a toda sociedad productiva. Para afianzar esta idea suele decirse que donde se equivoca el socialismo es en descalificar el trabajo personal como causa principal del florecimiento social. Quienes esto dicen no dudan en adjudicar al Estado la causa del bienestar de la población. La realidad no parece ser así en el Estado de la estrella solitaria.

En Texas la población ha crecido en más de seis millones de habitantes desde el año 2002. De la Unión Americana, es el estado que más se expande porque genera mayor empleo y exportación. A la pregunta ¿no tienes trabajo? la respuesta que más se oye es: Ve a Texas.

Con 28 millones de personas de las cuales 40% son latinas, se considera que será la segunda mayor economía hispana del mundo, después de California.

Como dato interesante, Fortune 500 sitúa en Texas a 52 de las quinientas empresas más poderosas. ¿Serán genuinas propulsoras de bienestar? En general, su economía se observa cada vez menos petrolizada y más variada.

¿Habrá que ir a Texas para vivir el sueño americano?, ¿cuáles factores lo hacen tan próspero?

En un estado con diluvios, torrentes, sequías, tornados y ventiscas, la gente posee mejores viviendas que en el resto del país. Las leyes urbanísticas se respetan. Cuatro de las universidades texanas forman parte de las primeras cien. De esas cuatro egresan profesionistas altamente calificados.

El nivel de vida es asequible, así como los impuestos y regulaciones, orientados a la eficiencia y productividad de la persona. Es un lugar donde más rinden los salarios, y los impuestos son más bajos. Acostumbrados a vencer los efectos perjudiciales que sobre el empleo tienen la globalización y automatización de procesos, en Texas casi no hay desempleo. Apuestan más a la persona que a la estructura.

¿Deberíamos en México parecernos más a Texas? No cabe duda que es uno de los mejores estados para vivir bien económicamente. Hay seguridad, trabajo y leyes que protegen a los ciudadanos. Las regulaciones apoyan al consumidor y permiten la sana competencia entre los empresarios. En verano, hace un calor que parece la antesala del infierno.

La política de endeudamiento cero logra mantener bajos los impuestos, pero a costa de consentir infraestructuras a veces penosas.

Así sucede cuando el Estado hace lo que debe, sin suplantar lo que corresponde hacer al ciudadano. Tanto Estado como sea necesario, tanta iniciativa privada como sea posible. Me parece viable advertir las ventajas de una economía con rostro humano.
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Rubén Elizondo Sánchez

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