Una familia feliz es un Paraíso anticipado
Hoy en día en que la institución de la familia está sometida a continuos ataques, es necesario difundirla y promoverla.
Claro que las familias están integradas por seres humanos de carne y hueso, y por ello todas tienen “sus altas y sus bajas”, momentos conflictivos y períodos de armonía y paz.
No obstante ello, la familia es el ámbito en el cual cada miembro se siente amado y aprende a amar a los demás. Por eso es muy importante la esmerada formación de cada uno de los hijos.
Como padres de familia debemos tener presente que las generaciones jóvenes miran a los matrimonios como un ejemplo a seguir. Y no cabe duda que el buen ejemplo y la alegría son muy persuasivos para los jóvenes. De ahí la importancia de desarrollar un ambiente de armonía en el seno de la familia.
La labor de ser padres o madres es una verdadera vocación para lo cual hay que formarse, por ejemplo, tomando cursos de orientación familiar.
Precisamente a este respecto, hace unos días un amigo que tiene varios hijos y un buen número de nietos me comentaba que tomó ese curso y que le ha servido bastante. Se llama: “Educar en positivo”.
¿De qué trata en esencia este curso? De que muchas veces los padres se vuelven coléricos con los hijos y casi todo funciona a base de regaños, de gritos, de castigos. Claro está que los hijos terminan teniendo miedo a ese “ogro” en que se ha convertido su padre.
Por el contrario, lo más conveniente es que la madre y el padre sean “los mejores amigos de sus hijos” con quienes compartir anhelos, inquietudes y poder hacerles preguntas de carácter confidencial, por ejemplo: sobre sexualidad, noviazgo, drogas, etc.
Además de esto, conviene hacer planes juntos, por ejemplo, practicar deportes propicia un mayor acercamiento.
Conozco a matrimonios que se han propuesto tener conversaciones cercanas: la madre con las hijas y el padre con los varones. Van juntos al cine, a tomar un helado o un café y platican serenamente y a solas. Esos acercamientos han resultado exitosos.
También, durante los fines de semana la familia entera sale a andar en bicicleta o hacer gimnasia. O bien, a practicar un deporte como el basquetbol o el voleibol. Van de picnic al campo, o a visitar un museo. De esta manera los padres intervienen directamente en la formación de sus hijos.
¿Cómo se puede progresar en la formación de los hijos? Puede ser sugiriendo en ellos la práctica de una serie de pequeñas pero determinantes virtudes para convertir el hogar en un lugar agradable y donde se antoje estar ahí, porque cada miembro de la familia colabora para lograr ese mismo fin.
Para ello es necesario que cada uno salga de esa esfera de comodidad que se tiende a crear, aislándose en su propia habitación mediante el celular, el iPad o su Laptop.
Hay que hacerles ver a los hijos de que tienen que estar pendientes de los demás; de interesarse por sus gustos y aficiones; de quererse tal y como son y no como nos gustaría que fueran; de ofrecerse con los padres a realizar algunos encargos que ellos requieren. Y animarlos a socializar con amigos y chicas y asistir a fiestas y reuniones.
También es fundamental, como dice el dicho, “Ponerse en los zapatos de los demás” para “sentir” lo que ocurre en el corazón de los demás e ir logrando el desarrollo armónico de su personalidad.
Por ejemplo, si una hija tiene una gran sensibilidad artística, no se le puede tratar de la misma forma que al hijo adolescente aficionado a los deportes extremos, con un carácter un tanto brusco, pero noble.
Otro elemento que considero fundamental, es echar en el baúl “del nunca jamás” todos los rencores y resentimientos y enterrarlos para siempre. Hay que fomentar en el hogar la alegría, el optimismo, el entusiasmo, el trato cordial, fraterno y el buen humor.
Nada hay más agradable que mantener el gozo y aprender a ver el lado divertido de la vida cotidiana, aunque, en ocasiones, no se esté de humor, o se padezca una ligera enfermedad. Es entonces cuando hay que añadir un pequeño “plus”, es decir, un esfuerzo adicional para sonreír y estar amables.
En conclusión, la institución familiar es la escuela de valores por excelencia. Y, en este sentido, “la familia feliz no es sino un Paraíso anticipado”, como lo dijo el filósofo y político inglés, Sir John Bowring.
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Raúl Espinoza Aguilera