¿Una Siria para América?
¿Por qué el dictador Nicolás Maduro no ha caído? ¿Qué aconteció de fondo este 30 de abril (30A) en Caracas? ¿Por qué el presidente encargado Juan Guaidó no consiguió la adhesión que anunció de las Fuerzas Armadas?
Los acontecimientos desencadenados por Guaidó la mañana del 30A han dejado muchas preguntas sin respuesta. Sin embargo, algo sí ha quedado muy claro: el conflicto venezolano es parte de una lucha geopolítica donde se enfrentan Rusia y Estados Unidos.
Este es un escenario que bosquejamos hace casi tres meses [Mochila Política 64 – “Venezuela, ¿en cuenta regresiva?”, 2 de febrero de 2019] cuando decíamos que el país con mayores reservas de petróleo del mundo era ya “un importante nodo de riesgo geopolítico”.
Apuntábamos que “la continuidad de la dictadura o la instauración de un nuevo gobierno que surja de las urnas ya no es solo un asunto local” y que en la evolución del conflicto “las acciones u omisiones de Rusia y Estados Unidos” tendrían un peso capital.
Esto es lo que ha quedado claro este 30A.
¿Kremlin Calling?
A las primeras horas de la mañana de este martes, Guaidó, rodeado de militares llamó a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana a reconocer su autoridad y convocó a los ciudadanos a “tomar las calles”. Le acompañaba el preso político Leopoldo López, liberado.
Una gran marcha había sido convocada por Guaidó para el 1 de mayo, y éste se adelantó con una jugada sorpresiva y arriesgada, cuyo éxito requería ciertas garantías. ¿Las había? Según el gobierno de Estados Unidos, sí.
John Bolton, asesor de seguridad nacional de Donald Trump, reveló que Vladimir Padrino López, ministro de Defensa; Iván Hernández Dala, jefe de Contrainteligencia Militar; y Maikel Moreno, presidente del Tribunal Supremo de Justicia, negociaron con Guaidó la salida de Maduro del poder.
Elliott Abrams, enviado especial de Trump para Venezuela, detalló que el acercamiento entre Guaidó y los funcionarios fue “parte de un proceso” de dos meses que concluyó con el compromiso de lealtad al interino a cambio de retener temporalmente sus posiciones. “No cumplieron y han apagado sus celulares”, dijo.
Mike Pompeo, jefe de Departamento de Estado, aseguró que Maduro “tenía un avión en la pista, estaba listo para irse esa mañana, y los rusos le dijeron que debería quedarse”. Vladimir Putin lo instó a permanecer en Caracas.
Sólo al anochecer, Maduro negó la veracidad de lo dicho por los estadounidenses. Un día después, Maria Zakharova, vocero del ministerio de Asuntos Exteriores ruso, dijo que las declaraciones eran falsas, parte de una “guerra de información”.
¿Una Siria para América?
Evidentemente hay una guerra de información. Sin embargo, es un hecho que Maduro no apareció ni dijo nada a lo largo de la crítica jornada del martes. Es un hecho que sólo Diosdado Cabello, mandamás de la Asamblea Nacional Constituyente y jefe del Cártel de los Soles, se movía abiertamente.
Hubo otro hecho extraño, revelado por el periodista venezolano Sergio Contreras: a las 07:22 horas de Venezuela despegó de Moscú un lujoso jet Bombardier Global Express, matrícula TC-TSR, que aterrizó a las 20:04 horas en el Aeropuerto Internacional de Maiquetía.
Estuvo sólo una hora y nueve minutos en el local. Luego, partió para Punta Cana, República Dominicana. ¿A quién o qué transportó? ¿Era la nave enviada para retirar al narcodictador? ¿Hubo en el camino una contraorden?
Como sea, los intereses económicos y políticos de Rusia en Venezuela son robustos. Desde 2009 invirtieron 9 mil millones de dólares en Petróleos de Venezuela (PDVSA). A cambio, Maduro le abrió con amplias garantías el país: petróleo, oro, diamantes, y un enclave privilegiado para el tráfico de armas.
La apuesta de Putin por Venezuela se enmarca, además, en el proyecto eurasiano -nacionalista, bolchevique y tradicionalista- de Aleksandr Dugin, su principal ideólogo, para quien es indispensable tener un pie en América, y ese “pie” no puede estar fincado en una isla.
En esta pretensión cuenta con la colaboración pragmática de China e Irán, sus socios en la incursión a Siria. Venezuela puede convertirse según algunos analistas en una “Siria latinoamericana”. Como es público, ya hay en territorio venezolano soldados rusos a cargo del general Vasilii Petrovich Tonkoshkurov y terroristas iraníes del Hezbollah.
Hoy Venezuela es una colonia de Cuba
Para comprender la complejidad del diálogo con los generales y por qué el apoyo militar a Guaidó no se consolidó durante las primeras horas del martes 30, se debe considerar el factor “Cuba”, como ya lo dijimos aquí [Mochila Política 66. Venezuela: una dictadura lucrativa, 13 de febrero de 2019].
Julio Borges, representante de Guaidó ante el Grupo de Lima, tiene un análisis muy preciso al respecto. Conversé con él el pasado 5 de abril en Bogotá y fue tajante: “Hoy Venezuela es una colonia de Cuba”.
“Los agentes cubanos tienen dominio total sobre funciones estratégicas en las fuerzas armadas, en los aparatos de represión, en los mecanismos de inteligencia y sobre toda la estructura dictatorial”, explicó.
Un informe presentado el año pasado por Luis Almagro, secretario general de la Organización de los Estados Americanos (OEA), reveló que hay unos 22 mil agentes castristas en órganos estratégicos.
Juegan un papel fundamental para evitar deserciones: premian delatores y siembran terror. En el último año abortaron siete intentos de rebelión militar, y, según el Foro Penal, ya hay más de 300 oficiales presos. El teniente retirado José Antonio Colina estima que la adhesión a Guaidó a lo largo del 30A osciló entre los 700 y 800 militares; ninguno del más alto grado.
Si escuchamos la narrativa de Maduro sobre los acontecimientos, se percibe nítidamente que hubo un desmontaje progresivo de esa adhesión conforme pasaron las horas. Es probable que se les haya ofrecido el perdón a cambio de que se dijeran “engañados”. La operación fue articulada por los cubanos.
Si Maduro cae, Cuba cae
“Tenemos que entender que el factor Cuba es determinante. Mire, con todo y la crisis que estamos viviendo, Maduro manda a la dictadura cubana entre 40 y 50 mil barriles de petróleo diarios, los mandó ayer, los manda hoy, los mandará mañana, y no paga por eso”, detalla Borges.
Durante el auge petrolero, el chavismo llegó a suministrar alrededor de 90 mil barriles de crudo a la isla, aproximadamente 9 mil millones de dólares anuales; la producción ha declinado más de 60%, pero los envíos no han parado.
El subsidio venezolano representa entre 12 y 14% del producto interno bruto de la isla. “Cuba vive, en parte, de los recursos de Venezuela; si Maduro cae, Cuba se va a colapsar, eso es lo que significa el cierre al grifo”, advierte. ¿Lo aceptará Putin?
¿Callejón sin salida?
El 1 de mayo los venezolanos llenaron de nuevo las calles. Guaidó anunció un paro escalonado hasta que todo el país se sume. Y Trump aseguró que si los cubanos no salen de Venezuela ordenará un bloqueo total a la isla. Según Pompeo la incursión militar es una opción no descartada.
Maduro no tocó a Guaidó. De forma inusual, instituyó una comisión para investigar los hechos, no quiere convertirse en blanco perfecto tornando víctima al adversario. Gana tiempo. Habrá una pantomima judicial.
Dio el perdón a la tropa levantada, dimitió al jefe del Servicio Bolivariano de Inteligencia, y nombró a Gustavo González López, un hombre de Diosdado Cabello. Rusia, a través del canciller Serguéi Lavrov advirtió que no tolerará una “injerencia” estadounidense en los asuntos de Venezuela.
Tanto la OEA, el Grupo de Lima y el Grupo de Contacto, encabezados por los europeos, parecen estar a la expectativa de los movimientos de Trump y Putin.
La expectativa recae también en qué posición asumirá ahora el español Pedro Sánchez, en cuya embajada se refugió Leopoldo López. El mexicano López Obrador, que pretendía ser “mediador”, al parecer, no se mueve.
La narrativa de lo sucedido en el fondo del 30A la dieron los estadounidenses y los rusos. Aún y cuando estuvieran enterados, ni Maduro ni Guaidó hubieran podido sostenerla públicamente.
Hoy por hoy, Venezuela puede ser el gatillo de un conflicto de proporciones globales, y los dos grandes jugadores lo saben. Desgraciadamente, la palabra final no parece estar, como se mostró el 30A, ni en Guaidó, ni en Maduro, ni en el pueblo venezolano.
Lo que Trump y Putin hagan o dejen de hacer tendrá un peso capital para la resolución de este conflicto que toma ya contornos que no se veían en Latinoamérica desde 1962, con la crisis de los misiles.
…….
@NuevaVisionInfo
redaccion@diarionuevavision.com
Mochila Política 75
Año 2, Mayo 1, 2019