Universidad: Formadora de profesionales
No nos quedemos en los deseos. Actualmente a un centro de estudios superiores le resulta más o menos fácil llamarle universidad, como nombre genérico. Pero el sentido genuino de lo que es una Universidad, está un poco lejos de lo que solemos imaginarnos. Nos basta con saber que se trata de un centro de estudios superiores, donde la personas acuden o se forman para adquirir algo que antes no tenían: un buen desempeño que les haga capaces de dar a los demás –en la vida profesional- el fruto de esa preparación: la excelencia en el pensar y en el vivir, es decir en el servicio auténtico por servir a la sociedad con obras.
Es sobre todo un centro de formación, en donde se trata de establecer “polos del saber humano” que eviten el crecimiento anárquico y acrítico que padecen muchas universidades, en detrimento de la calidad de las tareas académicas. Es decir, su alcance es puramente de preparación, de forja del carácter profesional, no de banderías políticas u otro tipo de influencias ajenas al estudio.
El sistema educativo del país debe responder a una demanda social, real y objetiva, de estudios superiores. No se trata de expedir más y más certificados de estudios (aunque tengan nombre y apellido), sino de formar auténticos profesionales en todos los ámbitos del pensar y del hacer, empezando por ser, ya que nadie da lo no tiene.
Cada estudiante debe ser un agente de transformación de virtudes, saberes y valores, y no un usufructuario privilegiado. “No es pueblo fuerte el que mucho gana, sino el que más sabe”; que la justicia es un valor de la cultura y no del dinero, por lo que es de más importancia una mejor distribución del saber. “El estudiante que no estudia y el maestro que no enseña, defraudan la confianza de un pueblo esperanzado y necesitado, y faltan a la responsabilidad social e histórica que tienen asignadas”.
Es preciso ver en los estudios superiores una base fundamental para el progreso del país. Pero cabe el peligro, bastante real, de que nos quedemos en los deseos. Conviene que cada universidad haga un autoanálisis y procure tener un proyecto de crecimiento, para mejorar cada día, para ser lo que debe ser y alcance sus metas, que deben ser altas. Todo progreso consiste en renovarse.
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Gabriel Martínez Navarrete