Venezuela, ¿en cuenta regresiva?
Venezuela es en este momento un importante nodo de riesgo geopolítico. La continuidad de la dictadura o la instauración de un nuevo gobierno que surja de las urnas ya no es solo un asunto local.
El escenario pinta a un desenlace con la menor demora posible en la que Rusia y Estados Unidos tendrán un peso capital y el desenlace puede ser brusco.
Nicolás Maduro se aferra al poder tras las fraudulentas elecciones de mayo de 2018 y la investidura que recibió, el pasado 10 de enero, de un Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) irregular y controlado por el régimen.
Dos semanas después, el 23 de enero, el diputado Juan Guaidó, asumió como “presidente encargado” frente a una multitud que inundó las calles para exigir la salida del dictador, a quien el Parlamento declaró usurpador.
El presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela (ANV) invocó los artículos 233, 333 y 350 de la Constitución para asumir temporalmente las competencias del Ejecutivo y convocar elecciones. A partir de ese momento el “problema” de Venezuela se tornó clara e irreversiblemente internacional.
El paso que dio Guaidó fue una jugada que obligó a la comunidad internacional a salir del marasmo y a tomar bando en el juego. El rápido posicionamiento de Estados Unidos y de Rusia sólo reforzaron la jugada y aceleraron el proceso.
Hasta el momento, 52 gobiernos reconocen a Guaidó como presidente interino, entre ellos, Estados Unidos, la Unión Europea, Israel, Brasil, Colombia y Argentina. El izquierdista Lenín Moreno, de Ecuador, también.
Sólo 15 gobiernos avalan a Maduro. Allí se cuentan Rusia, China, Turquía, Irán, Siria, Cuba, Nicaragua, El Salvador y Bolivia. Y 13 piden negociaciones entre el régimen y la oposición. De ese grupo, los únicos con relevancia son México y Uruguay, que se ofrecieron como mediadores para la crisis.
¿Neutralidad?
La “neutralidad” de Tabaré Vázquez tiene fondo. Javier Vázquez, su hijo, asesoró empresas uruguayas para concretar negocios con el chavismo durante su primer mandato.
Según el excanciller mexicano, Jorge Castañeda, el vástago de Tabaré, “está embarrado hasta el cuello [ con los negocios sucios del chavismo] y cada vez que Uruguay se aleja un poquito, le dan un apretón”.
El Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, por su parte, juega con fuego. Su oferta fue vista por muchos como gesto de complicidad, pero él se esforzó en brindar un matiz en su conferencia matutina del 24 de enero: México no esta “ni a favor ni en contra” de ninguna de las partes y apuesta en el diálogo, dijo.
Asumió una posición que no confronta al vecino Trump, ni abandona al “compañero” Maduro, y que, en un golpe de suerte, le abriría la posibilidad de ocupar el liderazgo “progresista” en la región. Una vacante dejada por Fidel, Chávez y Lula.
Ambos, han anunciado que llevarán a la ONU la propuesta de una conferencia internacional para el próximo 7 de febrero.
Sin embargo, el tiempo para el diálogo con Maduro parece haber acabado. Las negociaciones que se realizaron hasta ahora fortalecieron al dictador y dividieron a la oposición; especialmente las que encabezó José Luis Rodríguez Zapatero con la participación de la Santa Sede.
Arrinconado
Ahora, por primera vez, Maduro está realmente arrinconado. En menos de un mes pasó de la ofensiva a la defensiva gracias a una hábil articulación diplomática, a través del Grupo de Lima, y con respaldo de Estados Unidos.
La declaración que el Grupo divulgó el 4 de enero fue un punto de inflexión que quebró el bloqueo que sufría Luis Almagro, secretario general de la OEA. Por primera vez, un grupo de países latinoamericanos confrontaron a Maduro directamente, le instaron a dejar el poder y determinaron medidas de presión.
En ello, la diplomacia colombiana, y, sobre todo, la brasileña, tuvieron un papel determinante. Al parecer, el paso al vacío que dio Guaidó contaba con una imperceptible “red de contención” tejida en Brasilia y Bogotá, con el respaldo de Washington. Esa “red” se visibilizó minutos después de que asumió como “presidente encargado” en pleno centro de Caracas.
Se sabe que poquísimos diputados estaban previamente enterados de lo que haría Guaidó, uno de ellos era Julio Borges, expresidente de la ANV exiliado en Colombia. Borges se reunió con Ernesto Araújo, canciller brasileño, una semanaantes, el 17 de enero, en Brasilia.
En los últimos siete días el gobierno de Trump cumplió su parte: cerró el grifo al régimen chavista. Ordenó que cuentas del gobierno venezolano en bancos estadounidenses pasaran al control del Parlamento y bloqueó activos por US7,000 millones de la petrolera PDVSA.
Además, dispuso que el valor de cualquier compra estadounidense de petróleo venezolano tendrá que ir a las cuentas bloqueadas. Según un exdirector de la estatal, Gustavo Coronel, eso representa 80% del total de las divisas del país.
¿Y China y Rusia? Las exportaciones de crudo a esos dos gigantes son la forma con la que el régimen abona a sus deudas, que en el caso de China oscila entre los 50 y 60 mil millones de dólares. El Kremlin ha entregado al menos 17 mil millones de dólares desde 2006.
Desesperado, y con ayuda de Vladimir Putin, Maduró busca financiarse con la venta de 15 toneladas de oro de las reservas a los Emiratos Árabes. Hay quien se pregunta si la salida del oro en un avión comercial de Nordwind no estaría destinado a pagar una eventual “intervención” rusa.
Desde Rusia con amor
La apuesta de Putin por Venezuela se enmarca en el proyecto eurasiano -nacionalista, bolchevique y tradicionalista- de Aleksandr Dugin, su principal ideólogo.
Este nuevo Rasputín propone, a grandes rasgos, un mundo multipolar donde el imperio Ruso, ejercería una clara hegemonía, aliado a China, a una Unión Islámica y a un bloque latinoamericano independiente de Estados Unidos.
Según Dugin Rusia debe ofrecer todo tipo de apoyo a Maduro, incluso militar, pues “fue en Venezuela dónde Simón Bolívar, comenzó su lucha, la segunda ola de la descolonización se debe iniciar desde el mismo lugar”.
El gobierno ruso tiene un pie en, al menos, cinco campos petroleros venezolanos a través de la empresa Rosneft y en diciembre del año pasado envió un par de bombarderos nucleares para prácticas militares conjuntas.
Sin embargo, las señales que tanto Moscú como China han enviado esta semana son significativas.
China, después de manifestar su apoyo a Maduro, reveló a través del vocero de la cancillería, Geng Shuang, que mantiene “contactos cercanos con todas las partes del conflicto”.
Rusia, por su parte, elevó el tono este 31 de enero. El Ministerio de Asuntos Exteriores, advirtió que hay riesgo de un “conflicto armado de envergadura pues la oposición y Estados Unidos parecen dispuestos a todo”.
Subrayó que las acciones contra PDVSA son un “acto de sabotaje que acarrea un daño geopolítico internacional”.
El canciller Sergey Lavrov, instó a la oposición a abrir el diálogo sin condiciones y anunció que su país está preparado para participar en los formatos internacionales de mediación que se establezcan.
Según Lavrov, cualquier iniciativa de negociación debería “ser imparcial” y debe unir “un amplio rango de actores internacionales que tienen tanto influencia sobre el Gobierno como sobre la oposición”, incluyendo China. Multipolaridad.
Con todos, menos con Maduro
¿Un salvavidas lanzado a Maduro o una estrategia para enfriar y frenar el progresivo cerco en torno al dictador? Sea como sea, la propuesta de López Obrador y Tabaré Vázquez a la ONU llega menos de 24 horas después de las declaraciones del Kremlin.
Guaidó ya respondió: no habrá diálogo para mantener a un violador de derechos humanos en el poder; solo se negociará para cesar la usurpación del Ejecutivo y garantizar la convocatoria urgente de elecciones libres.
Y les recordó que Maduro ha sido denunciado ante el Tribunal Penal Internacional por crímenes contra la humanidad: al menos 131 ejecutados, 280 casos de tortura, 192 violaciones y la prisión ilegal de 12 mil personas.
En la misma línea, Estados Unidos ha dicho que en el caso de Venezuela maneja todas las opciones, menos la permanencia del narcodictador.
El retiro de Estados Unidos del Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF), firmado con la Unión Soviética en 1987, eleva la tensión y da otra densidad a las palabras de ambos garantes de los actores locales.
Para quien juzgue a Trump como un loco, recuérdese como desactivó el conflicto, también nuclear, con Corea del Norte a mediados del año pasado. Es un negociador nato que apuesta muy alto y a ganar.
La situación internacional evoluciona con gran velocidad y es previsible que ese ritmo continúe. Parece que, o hay un acuerdo entre Trump y Putin que contemple la salida de Maduro o el cierre del conflicto será brusco. Es difícil prever si Maduro lo aceptará. Esta acorralado, y las bestias acorraladas suelen ser peligrosas.
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Mochila Política 64
Febrero 1, 2019