Henry Ford hizo más por los trabajadores que los sindicatos

Chris Calton
«Cortesía de la Biblioteca Ludwig von Mises»

Un carro para las masas

Cuando Henry Ford ideó el Modelo T, su objetivo era construir un carro para las masas. Aunque los profesores de historia típicamente presentan esto como perteneciente al precio, Ford realmente tuvo que hacer mucho más que hacer su automóvil más barato. De hecho, cuando el Modelo T fue lanzado al mercado en 1908, se vendió inicialmente por 850 dólares, comparado con el precio de 500 dólares del Modelo N en 1906. Ya en 1901, el Oldsmobile de Curved Dash -diseñado por Ransom Olds- se vendía por sólo 650 dólares.

Contrariamente a la narrativa común, el objetivo de Ford no era construir un carro barato, sino un carro fiable que fuera fácil de manejar y mantener. Una vez que se cumplieron esas metas, Ford se enfocó en reducir el costo de producción.

Para ello, la mayor contribución de Ford no fue una gran innovación sino una síntesis de los sistemas de producción existentes:

 * Adam Smith describió la división especializada del trabajo que se usaba en las fábricas de alfileres del siglo XVIII.

* Eli Whitney usó partes intercambiables para la producción de armas de fuego ya en 1801, estableciendo el «sistema americano de fabricación».

* Ransom Olds fue el primero en llevar estos conceptos a la producción de automóviles utilizando una línea de montaje estacionaria para producir su Curved Dash Oldsmobile.

* Cuando Ford reveló su línea de montaje móvil, atribuyó la idea a los empacadores de carne de Chicago, que utilizaban un proceso similar para desmontar los cadáveres de animales.

La línea de montaje móvil aumentó drásticamente la velocidad a la que un determinado número de trabajadores podía montar un vehículo. Ford terminó aplicando este concepto de fabricación a todos los niveles de producción, desde el ensamblaje de componentes específicos hasta la línea de montaje de chasis colgantes que produjo el producto final en cuarenta y cinco operaciones. Para 1916, los estadounidenses podían comprar un Modelo T por sólo 360 dólares.

Más dinero, menos trabajo, sin sindicatos

El eficiente proceso de fabricación de Ford tuvo un costo inesperado: era aburrido. Su compañía tenía una asombrosa tasa de rotación de trabajadores del 370 por ciento en 1913. En ese año, la Ford Motor Company estaba obteniendo ganancias anuales de 27 millones de dólares con ingresos de 90 millones de dólares, pero no podía mantener el personal de sus fábricas. Hasta ese momento, los trabajadores principiantes ganaban 2.30 dólares al día por un turno de nueve horas. Pero nueve horas dedicadas a girar una tuerca de mariposa no es un trabajo atractivo cuando los competidores -como General Motors, el conglomerado formado a partir de las empresas de Ransom Olds- pagan salarios similares por un trabajo menos monótono. Así que en 1914, Henry Ford anunció que ninguno de sus trabajadores ganaría menos de 5 dólares al día trabajando turnos de ocho horas. También ofreció dieciocho días libres pagados por vacaciones y enfermedad, una práctica poco común en ese momento, especialmente para los trabajadores no cualificados.

El aumento de la remuneración se estableció como un sistema de participación en los beneficios y no como un simple salario, con condiciones.

Aquellos que reconocen que Ford merece el crédito por estos cambios positivos a menudo aceptan el mito de que hizo sus reformas por razones morales. Si bien no hay duda de que algunas de sus políticas siguieron motivaciones morales, como la demanda de que sus trabajadores ahorren dinero y se abstengan de abusar físicamente de sus familias, esta idea se deriva predominantemente del propio marketing de la política de Ford. Él publicitó su reforma de 1926 citando las horas que uno de sus trabajadores de nivel inicial tenía que trabajar para permitirse un Modelo T, cultivando el mito de que él pagaba altos salarios porque quería que sus trabajadores pudieran permitirse el producto que construían.

Ford ciertamente quería que la gente de la clase trabajadora pudiera pagar su auto, por lo que trabajó para reducir su costo, pero las reformas salariales nacieron de la necesidad de retener a los trabajadores, y la jornada de ocho horas fue una forma lógica de mantener sus fábricas funcionando las veinticuatro horas del día, divididas en turnos de ocho horas. La idea importante es que el capitalismo no depende de empleadores bondadosos para producir cambios positivos; el mecanismo competitivo de ganancias y pérdidas funciona de manera natural para incentivar estos resultados mientras reduce las consecuencias no deseadas de tales cambios.
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