Beatificarán al patriarca armenio Gregorio Pedro XV Agagianian
Al mediodía del viernes 28 de octubre de 2022 se abrió la causa de beatificación y canonización del gran patriarca armenio Gregorio Pedro XV Agagianian (1895-1971). Bajo su conducción, la Iglesia armenia recuperó prestigio y valor en la diáspora, después de los atroces sufrimientos del genocidio a manos del Imperio Turco-Otomano en 1915, durante la Primera Guerra Mundial.
Con la celebración de la Santa Misa presidida por el Vicario General de la Diócesis de Roma, el Cardenal Angelo De Donatis, en la Basílica de San Juan de Letrán, se dio inicio a la sesión de apertura de la investigación diocesana sobre la vida, las virtudes, la santidad y los milagros del Siervo de Dios, Gregorio Pedro XV Agagianian, Patriarca emérito de Cilicia de los Armenios, la cabeza de la Iglesia católica de Armenia, y Cardenal de la Iglesia universal.
A la sesión de apertura asistieron también el Patriarca Católico Armenio de Cilicia, Su Beatitud Raphael Pedro XXI Minassian; así como representantes de las Iglesias Orientales, obispos, sacerdotes, monjes, monjas y varios fieles.
El actual patriarca armenio Rafael Bedros XXI Minassian recordó a su predecesor y cardenal Gregorio Pedro XV Agagianian, de quien destacó su espiritualidad «sencilla», ser una persona «humilde y religiosa», que se distinguió «por la fuerza de su fe», de lo que «somos testigos hoy, en este camino» que lo lleva al honor de los altares.
«Recordamos con gratitud -cuenta el patriarca Minassian en una entrevista con abouna.org– que él comenzó con la construcción de escuelas, lugares de culto, centros para el cuidado y protección de los huérfanos y muchas instituciones eclesiásticas, espirituales y monásticas». De ellas, añade, «probablemente la más importante es la institución de la Orden de Santa Madre Teresa», que refleja su manera de vivir la fe y de dar testimonio de Cristo «por medio de las obras», como dice san Pablo.
El actual patriarca Minassian fue testigo de cómo «su cuerpo siguió sudando durante más de tres días después de la muerte», signo de «algo anormal». Además, «mientras estábamos rezando junto a su lecho, en los últimos momentos de su vida, de pronto le oímos decir que tenía sed, pero no de agua, sino de ‘la santidad de vuestras almas’. Dijo eso exactamente».
«Él», concluye el actual primado, «no es el primer santo de la Iglesia armenia», que está «llena de mártires y santos comenzando por las víctimas del genocidio, pero con su testimonio nos enseña a estar presentes en este tiempo y a dar un mejor ejemplo de santidad, inmersos en los acontecimientos que hoy estamos viviendo».
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