Guerra contra el efectivo, próxima arma china contra ciudadanos

Tho Bishop
«Cortesía de la Biblioteca Ludwig von Mises»

Las recientes protestas en Hong Kong, junto con la consiguiente caída de las corporaciones internacionales cuestionadas por sus relaciones con la China continental, han puesto un renovado enfoque en el autoritarismo del Partido Comunista Chino (PCCh).

La siguiente arma que el Partido Comunista Chino puede planear blandir contra sus ciudadanos es la Guerra contra el dinero en efectivo.

Como Joseph Salerno, entre otros, ha señalado desde hace años, una guerra exitosa contra el dinero en efectivo representaría una nueva escalada en la larga historia del gobierno de convertir la moneda en arma contra la población.

El propósito de una guerra contra el dinero en efectivo, que va mucho más allá del recorte de monedas como medio para recaudar impuestos a escondidas, además de fortalecer el conocimiento que tiene el gobierno de la riqueza de sus ciudadanos, tiene el propósito de convertirlo en un medio muy eficaz para rastrear a cualquiera que se encuentre en la mira del Estado.

Estas características hacen que una sociedad sin dinero en efectivo sea atractiva para cualquier gobierno, lo que explica por qué se ha convertido en un objetivo cada vez más popular para políticos, burócratas y banqueros centrales en Occidente.

Los gobiernos de Australia y Suecia han hecho de una sociedad sin efectivo un objetivo político explícito dentro de sus países, mientras que algunos bancos centrales (como el BCE) han comenzado a eliminar gradualmente los billetes de mayor denominación como medida de apertura en sus propias campañas sin efectivo.

Por supuesto, no hay comparaciones entre las medidas del gobierno sueco que basa sus objetivos políticos en la «lucha contra el narcotráfico» y la «conveniencia», y los objetivos de control social que persigue China. Sin embargo, lo que debe entenderse es que un cambio exitoso a una sociedad sin dinero en efectivo le daría al gobierno sueco herramientas similares sobre su población a las que el Partido Comunista Chino busca para dominar a la población china. Es decir, el resultado final en ambos casos es una nueva y aterradora arma en manos del Estado.

Como he notado antes, la atención prestada a la guerra comercial de Trump con China, desvió la atención sobre el sistema financiero de China que está mostrando signos de una tensión creciente. No sólo hemos visto una escalada de quiebras bancarias y la creación de nuevos dispositivos de rescate para las empresas en quiebra, sino que algunas empresas han recurrido a pagar a sus trabajadores con pagarés, ya que se quedan sin dinero en efectivo. Mientras tanto, los gobiernos locales chinos están incumpliendo sus obligaciones con los contratistas. Dada la importancia del crecimiento económico para el control del país por parte del PCCh, es comprensible por qué hemos visto al presidente Xi Jinping forjar nuevas armas de alta tecnología para ser usadas contra la población.

Curiosamente, la desesperación de China y el renovado interés del PCCh por las criptomonedas están siendo confundidos por algunos como una señal de fuerza, y esto no esa sí.

Aunque se ha hecho mucho para que los medios de comunicación chinos den a Bitcoin un tratamiento de primera plana, el estricto control que el PCCh tiene sobre su sistema financiero hace que el uso real de la criptografía privada sea extremadamente difícil. En su lugar, se está preparando el escenario para mover el yuan a la cadena de bloques. Esto algunos lo han vendido como un nuevo desafío contra el dólar, incluso sugiriendo que el Banco de China podría intentar vincularlo al oro, pero esto es sólo una ilusión.

En este momento, es una mera especulación decir que el PCCh está librando con éxito una guerra contra el dinero en efectivo, aunque una medida reciente para permitir a los turistas el acceso a sistemas de pago digitales como AliPay podría ayudar a allanar el camino hacia esa transición. Sería un cambio de política muy característico del régimen autoritario de Pekín, que durante mucho tiempo ha sido vendido como «benigno» por la élite globalista más «progresista».
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